Línea editorial


La línea editorial de El Mercurio, desde sus orígenes, se ha caracterizado por ser de una tendencia política editorial conservadora, situación que quedó de manifiesto en la férrea oposición del diario a la candidatura de Salvador Allende en 1970 primero y a su posterior gobierno después. Son célebres la fotografías que muestran diversas pancartas que dicen "Chileno: El Mercurio Miente", primero en el marco de la reforma universitaria de los sesenta y setenta, y luego como protesta ante los rectores designados por la dictadura en los años ochenta.

A fines de los años 1990, archivos desclasificados de la CIA revelaron que El Mercurio, junto con otros medios de comunicación chilenos, recibió financiamiento (más de un millón y medio de dólares estadounidenses) y lineamiento editorial del gobierno de Richard Nixon con el objeto de desestabilizar al gobierno de Allende. Consecuentemente, mostró un sostenido apoyo al subsecuente régimen militar encabezado por Augusto Pinochet. Pese a lo anterior, y como toda la prensa adscrita al régimen, junto con su competidor La Tercera y el oficialista La Nación, tendieron a desvirtuar, negar o desmerecer todos los antecedentes que avalaban la comisión de graves violaciones a los derechos humanos. Tanto así que no fue hasta mucho después de la publicación del "Informe Rettig" en 1991, cuando el periódico abandonó la utilización del calificativo de "presuntos detenidos desaparecidos" para referirse a víctimas de violaciones a los derechos humanos

Santiago de Chile


Santiago de Chile, o simplemente Santiago, es la capital y principal núcleo urbano de Chile. El área metropolitana que forma es denominada también Gran Santiago y corresponde asimismo a la capital de la Región Metropolitana de Santiago.

Aunque es posible concebirla como una única gran ciudad, Santiago no constituye una sola unidad administrativa, sino por el contrario forma parte del territorio de 37 comunas, de las cuales 26 de estas se encuentran completamente dentro del radio urbano y 11 con alguna parte fuera de él. La mayor parte de la metrópolis se encuentra dentro de la Provincia de Santiago, con algunos sectores dentro de las provincias de Maipo, Cordillera y Talagante.

Santiago se encuentra aproximadamente en las coordenadas [mostrar el lugar en un mapa interactivo 33°26′16″S 70°39′01″O / -33.43778, -70.65028, a una altitud media de 567 msnm. En el año 2002, la conurbación se extendía sobre 641,4 km² y tenía una población de 5.428.590 habitantes, lo que equivale a cerca del 35.9% de la población total del país. De acuerdo con dichas cifras, Santiago, además, es la séptima ciudad más habitada de América Latina, y una de las 45 áreas metropolitanas más grandes del mundo.

La ciudad de Santiago alberga los principales organismos gubernamentales (a excepción del Congreso Nacional, ubicado en Valparaíso), financieros, administrativos, comerciales y culturales del país. Santiago de Chile además es sede de la CEPAL y es considerada como la tercera ciudad latinoamericana con mejor calidad de vida, tras Montevideo y Buenos Aires y como una ciudad global de clase gamma, a la altura de Ámsterdam o Boston, y superando a grandes urbes como Roma, Estocolmo y Pekín. Finalmente, es considerada como la 53º ciudad con mayores ingresos del mundo, con un PIB (PPA) de US$91.000 millones en 2005 y estimado de US$160.000 millones hacia 2020

Salida del Cuzco


En enero de 1540 la columna expedicionaria salía de Cuzco, "no con tanto aparejo como era menester, contaba Valdivia, pero con el ánimo que sobraba a los trabajos que podían pasar y pasaron". Iniciaron la marcha sólo once españoles y la Suárez, apoyados por un millar de yanaconas. Escogieron la ruta por Tarapacá y el Desierto de Atacama, la misma hecha por el Adelantado Almagro en el viaje de regreso de su fracasada expedición a Chile.

Desde la la sierra cuzqueña bajaron al este hasta el valle de Arequipa, siguiendo al sur por la zona cercana a la costa. Pasando por Moquegua y luego Tacna, acamparon en la quebrada de Tarapacá. Durante este trayecto nuevos auxiliares se sumaron a la pequeña hueste, hasta sumar viente castellanos. De Pero Sánchez de la Hoz, que debía haberse unido aquí a la expedición aportando las especies comprometidas, no se tenía noticia. El otro socio de la empresa, el capitalista Francisco Martínez, tuvo un grave accidente y debió volverse al Perú.

La noticia de la marcha de Valdivia se había difundido por el altiplano, y varios soldados se le unieron en Tarapacá. Entre ellos, algunos que más tarde tendrían rol protagónico en la conquista de Chile: Rodrigo de Araya con dieciséis soldados; también Rodrigo de Quiroga, Juan de Bohón, Juan Jufré, Gerónimo de Alderete, Juan Fernández de Alderete, el capellán Rodrigo González de Marmolejo, y Francisco de Villagra. La Expedición de Pedro de Valdivia a Chile ya sumaba 110 españoles.

Partieron entonces para Atacama-la chica siguiendo el Camino del Inca donde hicieron campamentos en Pica, Guatacondo y Quillagua para llegar a Chiu-Chiu. Allí Valdivia se enteró que su camarada de Italia Francisco de Aguirre se encontraba en Atacama-la grande (San Pedro de Atacama) y salió con algunos jinetes a su encuentro. Esto le salvó la vida.

Pues entretanto, Pero Sánchez de la Hoz, que había quedado en el Perú tratando de reunir los refuerzos pactados, sólo había conseguido que le cobrasen antiguas deudas. Pero sintiéndose respaldado por la designación real de gobernador, una noche a comienzos de junio de 1540 llegó al campamento de Valdivia en Atacama-la chica (Chiu-Chiu) junto a Antonio de Ulloa, Juan de Guzmán, y otros dos cómplices. En sigilo se acercaron a la tienda donde suponían encontrar durmiendo a Valdivia, con el propósito de asesinarle y tomar el mando de la expedición.

Al entrar en la morada a oscuras, advirtieron que en el lecho no estaba Valdivia sino doña Inés Suárez, quien dio grandes gritos de alarma y reprendió con dureza a Pedro Sánchez, mientras éste se disculpaba nerviosamente. Ya despierto el campamento por el alboroto de doña Inés, acudió el alguacil de campo Luis de Toledo con algunos soldados para castigar a los intrusos, pero al ver que se trataba del encumbrado personaje optó por enviar un mensajero a alertar a Valdivia de la sospechosa conducta de su socio.

A su regreso Valdivia mal disimula su enojo y piensa en colgar a Sánchez de la Hoz, aunque finalmente le perdona la vida a cambio de la renuncia por escrito a todo derecho de expedición y conquista. De los cómplices desterró a tres, pero Antonio de Ulloa se ganó su confianza y fue incorporado a la hueste.

Pedro de Valdivia


Pedro de Valdivia (Villanueva de la Serena , Badajoz, España, 1497 — † Tucapel, Chile, 24 de diciembre de 1553) fue un militar y conquistador español de origen extremeño. Hijo de Pedro Oncas de Melo e Isabel Gutiérrez de Valdivia (filiación no comprobada), provenía de una familia de hidalgos con cierta tradición militar.

En 1520 inició su carrera como soldado en la Guerra de las Comunidades de Castilla, y posteriormente militó en el ejército del emperador Carlos V, destacando su participación durante las campañas de Flandes y las Guerras Italianas, en la Batalla de Pavía y en el asalto a Roma. Contrajo matrimonio en Zalamea en 1527, con doña Marina Ortiz de Gaete, natural de Salamanca. En 1535 partió al Nuevo Mundo y no volvería a ver a su esposa.

Con el título de Teniente gobernador otorgado por Francisco Pizarro, lideró la Conquista de Chile a partir de 1540, fundando las ciudades de Santiago de Nueva Extremadura el 12 de febrero de 1541, Concepción en 1550, La Imperial en 1551, y Valdivia en 1552. Dispuso además la fundación de las ciudades de La Serena, Villarrica, y Los Confines.

En 1541 recibió de sus compañeros conquistadores organizados en un cabildo, el título de Gobernador y Capitán General del Reino de Chile. Después de sofocar la resistencia indígena y algunas conspiraciones en su contra, regresó al Virreynato del Perú en 1548, donde Pedro de la Gasca le confirmó el título. De regreso a Chile emprendió la llamada Guerra de Arauco, en la cual murió en 1553, en la batalla de Tucapel.

Guerra Civil y Muerte


En 1535, el emperador Carlos I lo recompensó con la gobernación de Nueva Toledo, gobernación que comprendía desde el límite de la gobernación de Pizarro y 200 leguas al sur, y el título de Adelantado en las tierras más allá del lago Titicaca.

A su regreso al Perú, en 1537, Almagro ocupó la ciudad del Cuzco, y en la batalla de Abancay, el 12 de junio de 1537, haciendo prisioneros a Hernando y Gonzalo Pizarro, por considerar que pertenecía a su gobernación. Francisco Pizarro negoció con Almagro el destierro de sus hermanos, pero en realidad Pizarro solo buscaba ganar tiempo y de algún modo imponerse ante la voluntad del rey que ordenaba que el Cuzco era propiedad de Almagro. Pizarro sintiéndose afianzado, lejos de cumplir con el acuerdo le dio el mando de las tropas a sus hermanos. Almagro se encontraba enfermo al momento de la traición del acuerdo y dio el mando a Rodrigo Orgóñoz y los almagristas fueron derrotados en abril de 1538 en la batalla de las Salinas, en esta misma batalla murió el leal Gonzalo Calvo de Barrientos, el desorejado de Pizarro. Hecho prisionero, Almagro fue humillado por Hernando Pizarro y le denegó su apelación al rey. Almagro sintiéndose perdido entonces suplicó por su vida, a lo cual respondió Hernando Pizarro diciendo:

Reconocimiento del territorio


Por fin el resto de la columna llegó a Copayapu (Valle del Copiapó) con 240 españoles, 1500 yanaconas, 150 negros y 112 caballos. Entre los negros venía una mujer leal a Almagro llamada Malgarida. Quedaron para pasto de los cóndores 10 españoles, 170 caballos y cientos de indios auxiliares.

Después de la natural recuperación de energías, se dio la orden de reiniciar la marcha hacia el valle de Copiapó; sin embargo le desertaron una multitud de yanaconas que dejaron prácticamente sin sirvientes a los españoles. Almagro endureció la mano e hizo quemar a varios indios culpables de haber matado españoles. Estos indios habían asesinado a los tres soldados enviados en vanguardia que habían llegado a Chile. Para su escarmiento, Almagro decidió darles un cruel castigo, reuniendo a todos los caciques importantes de la región, enrostrándoles su crimen y condenándoles a morir en la hoguera. Durante la realización de su castigo le llegaron noticias de los caciques de la región del Aconcagua, que deseaban realizar amistad con los blancos, lo que se debió a un par de españoles renegados de Pizarro que estaban en la región desde antes. Se trataba de Gonzalo Calvo de Barrientos y a Anton Cerrada, quienes en realidad fueron los primeros españoles en descubrir y pisar territorio chileno. Gonzalo Calvo de Barrientos había sido afrentado por Pizarro quien le hizo cortar las orejas, y para no exhibir su afrenta se internó hacia el sur del valle de Zama, internándose posteriormente más hacia el sur. Sería el más leal colaborador de Almagro.

Durante su marcha a esa región, el Adelantado tuvo noticias de un barco, el San Pedro que había recalado en la región, (Los Vilos) dirigido por Ruy Díaz y que venía lleno de ropas, armas y víveres para la expedición. Al llegar al río Conchalí, en Los Vilos, se encontró con el otro español ya mencionado llamado Antón Cerrada quien ya había influenciado a los aborígenes a dar una bienvenida pacífica a la columna de Almagro.

Al llegar al valle del Aconcagua los españoles fueron bien recibidos por los naturales, por los consejos que les había entregado Gonzalo Calvo, español radicado desde hacía años en Chile. Sin embargo, los mismos naturales fueron mal influenciados por el indio Felipillo, interprete de los conquistadores, de las malas intenciones de éstos y de su recomendación de atacarlos o huir de ellos. Los naturales le hicieron caso, no se atrevieron a atacarlos y escaparon durante la noche, realizando igual intento el indio Felipillo y varios yanaconas, tomando el camino del norte, pero este último intento no fructificó. Felipillo fue atrapado y descuartizado con caballos frente al Curaca de la región como escarmiento.

El territorio que el Adelantado esperaba encontrar lleno de riquezas no cumplía ni sus más mínimas expectativas, lo que le causó una gran desilusión, por lo que decidió enviar una columna de 70 jinetes y 20 infantes dirigida por Gómez de Alvarado para que explorase el sur del territorio. Cuando la columna llegó al río Itata, tuvo lugar en Reynogüelén el primer enfrentamiento entre los españoles y los mapuches, en el que la superioridad de las armas y la sorpresa por los caballos permitió una fácil victoria española frente a indios muy guerreros, que se asustaron al ver el hombre montado a caballo como si fuesen ambos un solo ser. Esto no sería más que una mera escaramuza en la futura y larga Guerra de Arauco que iniciaría Pedro de Valdivia. Almagro al tener estas noticias, sopesó la situación y decidió no proseguir hacia el sur.

Sin oro y con tan belicosos naturales, Almagro sólo pensó en regresar al Perú. Entre la alternativa de volver a atravesar la cordillera, o dirigirse por el desierto, se decidió por la segunda opción. En un acto de reconocimiento al sacrificio hecho por sus hombres en la expedición, y que no fueron recompensados con el ilusorio oro de esta región, decidió perdonar las deudas que sus soldados habían contraído con él, destruyendo todas las escrituras que los comprometían.

El camino por el desierto de Atacama fue tan terrible como la travesía por la cordillera: días quemantes y noches heladas, la hostilidad de los indígenas, sin contar con la escasez de agua y alimento, pero de cualquier forma se le consideró mejor que la travesía por los Andes. Salieron en grupos pequeños de no más de 10 hombres haciendo jornadas de 20 km cada día. Durante el día se refugiaban bajo la sombra de los tamarugos, en la Pampa del Tamarugal y de noche, caminaban.

Para ponerse a cubierto de una sorpresa ya que el Perú ardía en una rebelión general contra Pizarro, Francisco Noguerol de Ulloa se hizo a la mar y desembarcó en el caserío como protección adelantada de los expedicionarios permaneciendo 18 días y luego regresando por tierra a Arequipa en febrero de 1537, con la pérdida consignada de un hombre, Francisco de Valdés que murió ahogado en un río. Tal fue el estado físico en que llegaron Almagro y sus seguidores que desde entonces se les llamó los "rotos de Chile" a quienes vinieran de esas tierras. Sólo se atrevería a ir a conquistar esas tierras 4 años más tarde, Pedro de Valdivia.

Por el camino del Inca


Almagro salió del Cuzco el 3 de julio de 1535 con 50 hombres y se detuvo en Moina hasta el 20 de ese mes, detenido por el inesperado arresto del Inca Manco Cápac II por Juan Pizarro, acción que le trajo problemas. Dejada atrás Moina, Almagro se encaminó por el camino del Inca, con los 50 hombres de que consistía su columna. Recorrieron el área occidental del lago Titicaca, cruzaron el rió Desagüero y se encontró con Saavedra en un poblado llamado Paria, en que logró reunir a 50 españoles más, que pertenecían al grupo del capitán Gabriel de Rojas, y que decidieron abandonar a su jefe y dirigirse a Chile, se reunió un total de 150 hombres. Permanecieron cerca del lago Augallas todo agosto, en espera del derretimiento de las nieves de la cordillera de los Andes.

Pasado este contratiempo, se dirigieron a Tupiza, donde se encontraron con Pablo Inga y el Villac-Umu, que tenían recolectado oro de los tributos de la región, y con los tres españoles que los acompañaron. Estos tres españoles, mientras esperaban a Almagro se habían dedicado al pillaje y asaltaron una caravana que supuestamente provenía de Chile con oro, el cual le fue mostrado a Almagro. Esto renovó los bríos de los expedicionarios haciéndoles olvidar los padecimientos de la marcha. Aquí Almagro realizó una nueva pausa de dos meses en la expedición, esperando que viniesen las tropas. Sin embargo le inquietó una nueva noticia; había arribado al Perú el Obispo de Panamá, fray Tomás de Berlanga, que traía poderes para dirimir el conflicto de límites entre los conquistadores. Los amigos de Almagro le solicitaron que volviese para defender mejor su causa, pero el Adelantado quería ir por la riqueza chilena, por lo que siguió adelante. Otro contratiempo se presentó cuando el Villac-Umu se escapó de la expedición con todos los porteadores y volvió al norte. Pero Almagro y sus hombres siguieron adelante, ya que aun contaban con Pablo Inga. Los españoles tuvieron que tomar porteadores a la fuerza para poder transportar los avituallamientos, esto causó más de un conflicto con los naturales. Incluso hasta el mismo Almagro estuvo a punto de perecer a manos de un indígena que lanzó una flecha y erró dándole al caballo, que cayó encima de Almagro y le causó serias heridas. Con más dificultades, incluyendo la pérdidas de bagaje en manos indígenas, los españoles llegaron finalmente al norte de Salta, en Chicoana, el último paso antes de atravesar los Andes. Ya los deshielos habían comenzado y encontraron crecido al río Guachipa y hubo de ser atravesado a píe todo un día con la pérdida de llamas, y la deserción de los porteadores quienes aprovecharon la coyuntura para huir.

Conquista del Perú


Para aquella época se formalizó la sociedad entre Almagro, Pizarro y Luque, recibiendo a principios de agosto de 1524 el permiso esperado para descubrir y conquistar por cuenta suya las tierras ubicadas en el levante de Panamá, empresa que culminó con la conquista del imperio inca por parte de Pizarro.

Almagro permaneció en Panamá para reclutar hombres y conseguir avituallamiento, mientras Pizarro capturaba al Inca Atahualpa en Cajamarca. Los éxitos de Pizarro le movieron a solicitar el permiso real para emprender, por cuenta propia, la conquista de nuevos territorios, este hecho agrietó las relaciones de amistad con los Pizarro aunque le fue denegado. No obstante, cuando llegó al Perú en 1533, lo hizo con un título de igual importancia que el de Pizarro, lo cual causó fricciones entre ambos. Tras repartirse el tesoro de Atahualpa y ejecutarlo, partieron hacia el Cuzco y tomaron la ciudad. La intromisión de Pedro de Alvarado se resolvió con el pago de una indemnización a éste y su retirada, con lo que se evitó un conflicto. En junio de 1535 se produjo un acercamiento entre Almagro y Francisco de Pizarro, Pizarro incentivó a Almagro a realizar nuevos descubrimientos y se realizaron los preparativos en el Cuzco.

En 1535 el emperador Carlos I recompensó a Almagro con la gobernación de Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de Adelantado de las tierras más allá del lago Titicaca, en los territorios del actual Chile.

Llegada a América


Almagro llegó al Nuevo Mundo el 30 de junio de 1514 en la expedición que Fernando el Católico enviaba al mando de Pedrarias Dávila. La expedición desembarcó en la ciudad de Santa María la Antigua del Darién, donde se encontraban muchos otros destacados futuros conquistadores, entre ellos Francisco Pizarro.

De Almagro no se tienen muchas noticias en este periodo, pero se sabe que acompañó a varios capitanes que salieron de la ciudad de Darien entre 1514 y mediados de 1515, aunque se mantuvo principalmente en la ciudad llegando a tener una encomienda, construyéndose una casa y dedicándose a la agricultura.

Desarrolló su primera acción conquistadora el 30 de noviembre de 1515, cuando partió de Darién al mando de 260 hombres, para fundar la villa de Acla, ubicada en el lugar del mismo nombre, pero tuvo que desistir de su empresa porque cayó enfermo y debió regresar a Darién, dejando la misión de completar su plan, al licenciado Gaspar de Espinosa.

Almagro trabajó por algún tiempo con Vasco Núñez de Balboa, en ese tiempo encargado de Acla, que con los materiales de la expedición de Espinosa quería construír un barco, recortarlo y reconstruirlo en el Mar del Sur (el Pacífico). Sin embargo, según los datos obtenidos, no hay indicios de que participara en la expedición de Balboa y es más probable que regresara a Darién.

Espinosa decidió realizar una nueva expedición, partiendo en diciembre con 200 hombres, entre los que estaba un ya recuperado Almagro, y Francisco Pizarro, quien por primera vez tenía el título de capitán. En esta expedición, que duró 14 meses, se encontró con el padre Hernando de Luque a quién ya conocía anteriormente. Aunque la famosa sociedad entre los tres no estaba aún realizada, ya se demostraban confianza y amistad. Tomó parte en las incursiones, fundaciones y conquistas desarrolladas en el golfo de Panamá, participando nuevamente en una de las expediciones de Espinosa, que se transportaba en dos barcos de Balboa. De Almagro en esta expedición sólo se sabe que sirvió como testigo en listas, que en cada acontecimiento relacionado con indígenas, hacía levantar Espinosa. Permaneció en la recién fundada ciudad Santa María la Antigua del Darién, ayudando a poblarla. Durante cuatro años no participó de nuevas expediciones, ocupando su tiempo en la administración de sus bienes y los de Pizarro.

Nació en esta época su hijo Diego de Almagro el Mozo, que tuvo con una india de la región llamada Ana Martínez.

Allí tiene noticias de un reino situado en el sur, llamado Pirú, que era el centro del Imperio inca. Francisco de Pizarro propuso el reconocimiento de estas tierras y la conquista de sus riquezas. Sus dos primeras expediciones por esta zona, realizadas entre los años 1524-1525 y 1526-1528, revelaron las sorprendentes riquezas del Imperio inca en las tierras recién descubiertas.

En 1529, tras la firma de la Capitulación de Toledo, la Corona española autorizó a Pizarro la conquista y gobernación de Perú, que pasó a denominarse Nueva Castilla. Reunidos Almagro y Pizarro en 1532, iniciaron desde Cajamarca la conquista del territorio de los incas y, después de ejecutar al soberano Atahualpa, partieron hacia Cuzco. Ocupada esta ciudad en 1533, Almagro marchó a tomar posesión del litoral peruano y fundó la ciudad de Trujillo, superando mediante negociación, las aspiraciones del conquistador Pedro de Alvarado. En 1535 el emperador Carlos V recompensó a Almagro con la gobernación de Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de Adelantado de las tierras más allá del lago Titicaca, en los territorios del actual Chile.