Historia


Según la tradición oral, el pueblo Rapanui habría llegado a esta isla desde una mítica isla llamada Hiva (aunque habrían llegado desde la Polinesia, según la arqueología y otras disciplinas científicas); y su primer "ariki" (rey) habría sido Hotu Matu'a hacia el siglo IV de nuestra era.

Además de la más difundida y aceptada historia (apoyada por la arqueología, la tradición oral y la genética), existen teorías alternativas del origen de su población, siendo las más conocida del arqueólogo noruego Thor Heyerdahl quien sostiene que la población de la Isla de Pascua procede de culturas preincaicas de América del Sur.

El historiador peruano José Antonio del Busto postula que el inca Túpac Yupanqui habría hecho una expedición a Oceanía visitando a los naturales de la región. La hipótesis parte de la narración de los cronistas españoles como Pedro Sarmiento de Gamboa quien recoge los relatos sobre una expedición realizada por el príncipe inca Túpac Yupanqui a unas islas denominadas Auachumbi y Ninachumbi.[3] Esta narración dio origen para la formulación de una teoría sobre que esas dos islas serían Mangareva y Rapa Nui, basándose en treinta pruebas que considera haber descubierto en diversas leyendas rapanuis que los relacionarían con los incas.[4]

La sociedad rapanui, gobernada por el ariki, con ascendencia directa de los dioses, estaba dividida en tribus y con clases muy estratificadas. Cada tribu ocupaba una zona, siempre con franja costera. La mayor parte de la población vivía hacia el interior, junto a las áreas de cultivo. En el litoral establecían centros religiosos, políticos y ceremoniales (Anakena, Akahanga) y adoraban a los ancestros casi deificados representados por los moáis. Todavía no se sabe cómo se realizó la construcción y desplazamiento de aquellas esculturas, de las que existen cerca de un millar.

Se estima que la población de Rapa Nui, sufrió una crisis de sobrepoblación en los siglos XVII y XVIII, lo que pudo haber provocado guerras entre las tribus, con la consiguiente destrucción de los altares ceremoniales y el abandono de las canteras en que se tallaban los moáis. Los nativos comenzaron a vivir en cuevas y debieron de padecer periódicamente la escasez de alimentos. Surge un nuevo ceremonial, del Tangata manu (Hombre-pájaro), quien primero recogía el primer huevo de manu tara (el gaviotín pascuense) y era líder por un año.

Poco se conoce de las tradiciones y costumbres rapanuis, básicamente por los relatos de las diferentes expediciones realizadas en el pasado; el documento más antiguo corresponde a Roggeveen. Más adelante Rapa Nui fue visitada por varios europeos, entre los que se cuentan Cook y La Perousse, convirtiéndose en un punto de recalada hacia Oceanía. Referente a otras expediciones realizadas posteriormente, especialmente dura para los isleños fue la visita de esclavistas de diversas nacionalidades que partieron del puerto de El Callao.[5] Entre 1859 y 1863, unos veinte barcos se llevaron alrededor de 2.000 isleños a trabajar como esclavos a las haciendas de Perú, matando a gran número de los que no pudieron llevarse. El exterminio de la clase sacerdotal significó una enorme pérdida; entre otras cosas, la única escritura de la Polinesia (rongo rongo) quedó inexplicada desde entonces. Las epidemias de tuberculosis y viruela, y la partida de unos 250 isleños con los misioneros católicos a Tahiti, redujeron la población a un mínimo de 110 personas, en 1877.

Poco tiempo después, por medio de negociaciones del capitán de la Armada de Chile Policarpo Toro, se realizó la compra de terrenos en la isla a petición del Obispo de Valparaíso, dueño de 600 hectáreas, junto a los hermanos Salmon, Dutrou-Bornier y John Brander, de Tahiti; esto a pesar de que, según la tradición, las tierras no se podían vender.

Luego, el 9 de septiembre de 1888, Chile consiguió la firma de un tratado con los nativos, representados por Atamu Tekena. Se redactó el documento español y otro en rapanui mezclado con tahitiano. El texto en español habla de cesión de soberanía a Chile, reservando al mismo tiempo, para los jefes que concurrieron al acuerdo, los títulos de que estaban investidos y que gozaban en ese momento, sin hacer alusión a la propiedad de la tierra. A su vez, el texto en rapanui mezclado con tahitiano no habla de cesión de tierras y usa el concepto de "mau te hoa kona" (traducido como "amigo del lugar", que estaría relacionado con una anterior solicitud de protectorado francés) y además indica "ia i haka tika i ta ite runga, iraro ina he kainga kai ta" (traducido como "escribir sobre lo de arriba, lo de abajo no se escribe aquí", señalando lo que se encuentra en la superficie del terreno). La tradición oral rapanui indica que el rey Atamu Tekena tomó un trozo de pasto con tierra, entregándole el pasto a los emisarios chilenos, quedándose con la tierra (la antropóloga Paloma Hucke interpreta que con ese acto se otorgaba la soberanía a Chile, pero se reservaba el derecho sobre sus tierras); asimismo, ante un ofrecimiento de Policarpo Toro de un saco con monedas, el rey lo rechazó diciendo "[...] lleva tu plata, que yo, ni ningún kanaka, hemos vendido terreno alguno [...]". Días más tarde, al izar Pedro Pablo Toro la bandera chilena en la isla, el rey le dijo "Al levantar tu bandera no quedas dueño de la isla porque nada hemos vendido: sabemos que el señor Obispo puso a la Isla bajo el protectorado de Chile, pero no se ha vendido nada".

Sin embargo, los isleños siguieron encerrados en la isla, de la que no podían salir; sin derechos de ciudadanía hasta 1966, se vieron desprovistos de sus tierras, administradas por los mismos extranjeros y por la Armada de Chile, que sólo comenzaron a devolverse a finales del siglo XX

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