Desierto


En geografía se define como desierto la superficie terrestre total o casi totalmente deshabitada en la cual las precipitaciones casi nunca superan los 250 milímetros al año y el terreno es árido. También puede ser considerado un ecosistema o un bioma.

Un desierto es un ecosistema que recibe pocas precipitaciones. Tienen reputación de tener poca vida, pero eso depende de la clase de desierto; en muchos existe vida abundante, la vegetación se adapta a la poca humedad y la fauna usualmente se esconde durante el día para preservar humedad, lo que significa que un ecosistema desértico es árido, su mayor característica y por ende, ni siquiera las tecnologías del presente hacen sustentable el establecimiento de grupos sociales. Los desiertos forman la zona emergida más extensa del planeta: su superficie total es de 50 millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente un tercio de la superficie terrestre. Esto es el 30% de las tierras emergidas, (16% desiertos cálidos y 14% desiertos fríos).

Los desiertos tienen algunas características en común. El suelo del desierto está compuesto a menudo de arena, y puede haber dunas. El terreno rocoso es típico (un desierto cuyo suelo es de rocas o guijarros se llama con la palabra árabe hamada), y refleja el bajo grado de desarrollo del suelo, y la escasez de vegetación. Las tierras bajas pueden ser salares. Los procesos eólicos son factores importantes en la formación del paisaje.

Los desiertos pueden contener valiosos depósitos minerales que fueron formados en el ambiente árido, o fueron expuestos por la erosión. Debido a la sequedad de los desiertos, son lugares ideales para la preservación de artefactos humanos y fósiles.

Alternativamente, también se define desierto como un lugar despoblado, no habitado por humanos ni apenas por ser vivo alguno. Según esta definición, también son desiertos los situados en climas más fríos, como el ártico, o la tundra.

Gran parte de los desiertos del mundo se ubican en zonas caracterizadas por las altas presiones constantes (ver: anticiclón), condición que no favorece a la lluvia. Entre los desiertos de estas zonas están: los desiertos del Sáhara (el más extenso del planeta Tierra), Kalahari, Namib y del Ogaden en África; los desiertos Arenoso, Victoria en la mayor parte de Australia, los desiertos de Gobi (o Chamō), Kara Kum, Takla Makán, de Arabia, Rub Al Jalí (O "El Cuarto Árido"), de Siria, Judea, Sinaí-Néguev en Asia y los desiertos de Arizona-Desierto de Sonora, Mojave, Atacama, de Sechura y los Médanos de Paraguaná en América; téngase en cuenta que en esta lista no se han incluido los "paradojales" desiertos fríos.

Gran parte de los desiertos se deben a su continentalidad, es decir, su distancia del mar: por ejemplo, el de Gobi y los demás del Asia Central. No llegan hasta ellos los vientos húmedos que provienen de los océanos.

Los desiertos de las costas occidentales del sur de África y de América del Sur se ven afectados por la presencia de corrientes oceánicas frías que provocan deshidratación en la atmósfera.

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